domingo, noviembre 05, 2006

La Criatura (Escrita a cuatro manos con mi hijo Erath Juárez Estrella)


Cuando le atravesó el corazón con sus propias manos, sintió el calor de su sangre que salió a borbotones. Bebió hasta que no quedó ni una sola gota . Se sentía embriagado de tanto beber que le dolía la cabeza.
***
Al salir de casa acompañado de Amanda, sentió una punzada en el corazón, fue una sensación de preocupación, de advertencia, que no tenia que salir para hacer ese viaje, pero al final, el deseo de pasar unos días con su novia, pudo más que esa sensación.
Era miércoles por la tarde, casi las cinco de la tarde, un día nublado y frío. Había tal soledad en la carretera, que podía oirse hasta el canto de las aves. No había nada interesante a los alrededores, solo kilómetros y más kilómetros de asfalto.
—¿Cuánto falta? —dijo Samuel.
—Ya falta poco —contestó Amanda— , aunque sabía que faltaban por lo menos cinco horas— tu sigue por este camino, yo te aviso cuando estemos cerca.
Después de un rato, Samuel vió en el camino algo que lo dejó intrigado. Era una camioneta que se había volcado, al lado de ella, habían dos cuerpos. Uno a simple vista sin vida y el otro con la ropa llena de sangre. La persona agitaba los brazos desesperado, como pidiendo auxilio. Samuel bajó lo más rápido que pudo para auxiliarlo. Al acercarse, se dio cuenta de que el cuerpo del hombre, parecía estar desgarrado y lleno de cicatrices en la cara. Sus uñas largas y filosas, tenían pedazos de carne colgándole. Samuel gritó, no podía creer lo que veía. Se quedó parado unos segundos sin saber que hacer, entonces la “criatura” reaccionó y le dio un zarpazo que le rasgó el pecho. La sangre emanó con fuerza, manchándole su playera. Como pudo, a rastras regresó al auto.
—¿Qué te pasó? —gritó Amanda.
Samuel no podía articular ni una palabra, trató de arrancar el coche, pero este no respondía. No podía creer, que después de todo lo que había recorrido, en el momento que más lo necesitaba, estaba descompuesto. Después de varios intentos infructuosos, el auto no encendió. Amanda gritaba desesperada.
—¡Cálmate! — gritó Samuel, pero ella no lo escuchaba.
El sonido que hacía la “criatura” con las uñas al rasgar la puerta, casi los deja sordos. Samuel comprendió entonces, que si lograba desprender la puerta, los mataría. Pero Amanda era lo que más le importaba en la vida, así que la defendería.
—¡Sal del auto! —gritó Samuel— ¡Corre!
Ella salió lo más rápido que pudo y se adentró en el bosque. Samuel confiaba en que encontraría el pueblo a donde se dirigían y buscaría ayuda. Mientras la observaba alejarse, la “criatura” arrancó la puerta. Samuel, supo que moriría, sólo era cuestión de segundos. Sintió como lo sacaban del automóvil y empezaban a cortarle el cuerpo. Le atravezaron el corazón. Lo único que pudo hacer, fue ver como bebían su sangre.
***
Por fin saciado, siguió los rastros que dejó Amanda. Corrió entre los árboles, perseguía el aroma de la muchacha. Los arbustos rasgaron su piel, pero no sentía dolor alguno. Ella estaba cerca, lo percibía en el aire. Cruzó un pequeño arroyo y halló unas huellas. Siguió hasta llegar a un claro en el bosque, donde estaba esperándolo.
—¿Por qué tardaste tanto? —dijo Amanda.
—No pensé que se defendiera tanto —sonrió burlón.
—A la próxima, tu me traes a la presa y yo la cazo —le susurró al oído y le lamió los restos de sangre salpicados en la mejilla.

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